Extrait du livre El emperador y el ruiseñor
El emperador y el ruisenor Autor Hans Christian Andersen & Pascale Vignali Illustrasa por Justine Cunha Publicado por Le Regard Sonore Editions
Esta hermosa historia sucedió hace mucho tiempo, tanto que debe ser contada rápidamente, antes de que todos la olviden. Tuvo lugar en China, durante el reino de un poderoso emperador... El emperador se llamaba Ping Chu, y era un hombre muy viejo y sabio, respetado por todos.
Su palacio, era sin duda alguna el más hermoso, grande y extraordinario de todos los palacios en el mundo. Su jardín, tenía un bosque de árboles centenarios. En uno de ellos, vivía un ruiseñor cuyo canto era tan puro, que todos en el reino se asombraban, y algunos viajeros escribían libros sobre sus expediciones a China, mencionando al ruiseñor, como la maravilla de maravillas.
Un día, uno de esos libros llegó a manos del emperador. EMPERADOR : ¿Qué es esto? ¿Me entero por un libro que viene del otro lado del mundo de que hay un ave en mi imperio que no conozco? ¿Un ave cuyo canto supera en belleza a mi jardín y a mi palacio? Exijo que me traigan a ese ruiseñor esta noche, ¡y que cante para mí después de la cena!, si no es así, daré la orden de que los estómagos de todos los cortesanos sean aplastados, ¡incluso el suyo!
CHAMBELÁN CHANG : Sí, Maestro, se hará según su grandioso deseo, Maestro. Una joven sirviente, que escuchó la orden del emperador, se ofreció a ayudar al chambelán. La chica lo guio al bosque con todos los cortesanos, quienes temían que sus estómagos fueran aplastados.
De repente, un jabalí gruñó. CORTESANO : ¿Acaso oyen a esa ave? ¡Es muy Ruidoso para ser tan pequeño! ¡Esto es increíble! SIRVIENTE : ¡No!, es el gruñido de un jabalí, y si no caminan más rápido, podría atacarlos. Un poco después, mientras caminaban por el pantano, las ranas, perturbadas por el ruido, empezaron a croar.
SIRVIENTE : ¡Ahí está! ¡Es el ruiseñor! La pequeña ave gris en la rama ¡ese es! Hola, querido ruiseñor, ¿cantarías para nosotros, por favor? RUISEÑOR : Sí, será un placer. Y su voz se elevó, pura y dulce como una gota de cristal, entrando al corazón de los cortesanos que se quedaron mudos de admiración.