Extrait du livre Le Lion qui ne savait pas chasser / Espagnol
Le lion qui ne savait pas chasser (mais qui devint roi) Texte Jean-Sébastien Blanck Illustrations Jonathan Bousmar Alzabane Editions
El León que no sabía cazar (pero que llegó a ser rey) Texto Jean-Sebastien Blanck Illustraciones Jonathan Bousmar
Acaso sabéis cómo, algún día, los hombres tuvieron la idea de coronar a reyes ? ¿ No ? Pues tenéis que saber que nos lo comentó hace mucho tiempo un mono macaco, muy astuto, por cierto. Dejad que os cuente esta historia...
Transcurrió en África, en los tiempos de los pueblos más antiguos, cuando las ciudades aún eran pueblos de chozas y que los hombres vivían en medio de la sabana.
Existía ahí un león que vivía en un clan junto con otros leones. Pero éste era muy peculiar, pues, ¡el pobre no sabía cazar ! Antaño, su padre y su madre pusieron empeño en enseñarle. ¡Pero... en vano ! Cada vez, tropezaba, se desplomaba, chocaba con los demás leones, y así causaba risa entre las presas a las que tendría que haber aterrorizado: las gacelas, los antílopes, hasta las cebras, todos se reían a carcajadas en cuanto divisaban a este desmañado.
Más tarde, sus hermanos y sus hermanas intentaron a su vez enseñarle el arte de la caza. Pero nunca, nunca jamás consiguió este palurdo el menor trofeo. Entre los monos y las aves de la sabana, se contaba que además, no sabía diferenciar una liebre de una hiena, pues era miope. Ahora bien, en aquellos lejanos tiempos, los leones aún no llevaban gafas.
Con el transcurso de los años, todos en el clan terminaron por considerarlo, no sólo como un peso, una boca inútil que alimentar, sino y sobre todo, como la vergüenza de la sociedad de los leones. Con él, nunca los demás animales los temerían del todo. - ¡Vete ! le dijeron un día sus hermanos. No te puedes quedar con nosotros si no sabes hacer nada. ¡Nos dejas en ridículo ante los que debemos cazar !
Rechazado por los suyos, humillado por los demás animales, el pobre león erró solo, durante meses. Incluso se le vio en las ciénagas, intentando cazar lo que encontraba pero una vez más, se sintió ridículo: las ranas e incluso los cocodrilos reían a coro.
Hambriento, el león acabó alimentándose de bayas e insectos. Adelgazó terriblemente... Pilló sarna y muchos más parásitos.
Un día, un hombre lo encontró, agotado y hambriento. Se llamaba Sebemba. Era domador de animales precisamente y vivía en el pueblo colindante. Cuando vio al león en un estado tan lastimoso, al hombre se le encogió el corazón y decidió acoger al pobre animal.