Extrait du livre El chacal y el sol
El chacal y el sol Autor Pascale Vignali Illustrasa por Justine Cunha Publicado por Le Regard Sonore Editions
Esta antigua historia se cuenta en las aldeas marroquíes que yacen en el borde del gran desierto del Sahara, en África. Cuando el calor del día deja de abrumar a los hombres y las bestias, y cuando la noche suave llama a jóvenes y viejos a reunirse afuera bajo las estrellas, las palabras comienzan a fluir...
Hace mucho, mucho tiempo, las cosas no eran como lo son hoy. Nuestro planeta era muy joven y el sol no estaba en el cielo. Él vivía en la tierra, tendido sobre el suelo. Su gigantesca figura emitía tanto calor y luz que nadie se atrevía a acercársele. Las flores comenzaban a marchitarse, los ríos se secaban, las personas y los animales sufrían de sed y, finalmente, todos se marcharon. El sol, rodeado de desierto y soledad, era miserable. El pobre sintió que su lugar no estaba en la tierra, pero ¿qué podía hacer?
En las noches, miraba con anhelo a las estrellas, pensando que, si él estuviera allí, finalmente podría brillar con todas sus fuerzas sin hacer daño a nadie... Pero ¿cómo podía llegar hasta allá? El chacal sintió lástima por el sol y venía a hablar con él de vez en cuando. Era un caminante incansable, ligero como una sombra sobre la arena, vagaba por las dunas y los oasis y luego regresaba para contarle al sol lo que había visto. A veces, el sabio y tímido erizo se les unía... SOL : Pequeño chacal, eres muy valiente por venir a verme. ¡Si supieras lo triste y solo que estoy a veces! Mira, todas las bellas estrellas allá arriba... Ellas brillan, igual que yo, ¡pero no queman a nadie!
CHACAL : Bueno, ¡allí es donde deberías ir! SOL : Me encantaría, pero ¿cómo? Debo recordarte que no soy un flamenco, no tengo alas para volar hasta allá
CHACAL : ¿Por qué no subes a la parte superior de la palmera más alta en aquel oasis? Una vez que llegues ahí, ¡podrías balancearte y saltar! SOL : ¿Con que? No tengo brazos, piernas ni pies para colgarme... ¡Incluso las pequeñas hormigas pueden viajar más lejos que yo!
El erizo, que escuchaba en silencio, desplegó sus espinas y empinó su pequeña y brillante nariz. ERIZO : Debemos llevarte al borde de la tierra. Desde allí, podrías saltar hasta el cielo... El sol y el chacal reflexionaron en silencio... Era una buena idea. Pero aún tenían que encontrar a alguien que llevara al sol. ¿Quién sería tan fuerte, rápido y valiente?