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El guardian del tesoro escondido

El guardian del tesoro escondido

6-8 ans - 22 pages, 1302 mots | 11 minutes de lecture | © Le Regard Sonore, pour la 1ère édition - tous droits réservés


El guardian del tesoro escondido

6-8 ans - 11 minutes

El guardian del tesoro escondido

En el corazón de Yucatán, en el país Maya. En un cenote escondido vive una misteriosa criatura, guardiana del tesoro de una antigua civilización. En la oscuridad, espera con ansias el paso del sol, cuyos rayos solo pueden alcanzar las profundidades de su cueva una vez al año. Ese día se acerca y esta vez la criatura está decidida a hacer todo lo posible para mantener esta luz que la calienta y le permite disfrutar de sus tesoros... ¿Pero puede un hombre capturar al sol? ¿Y aún más, quedarse con él?

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Extrait du livre El guardian del tesoro escondido

EL GUARDIÁN DE LOS TESOROS OLVIDADOS Autor Pascale Vignali Illustrasa por Justine Cunha Publicado por Le Regard Sonore Editions


Érase una vez una ciudad perdida en el corazón de la jungla, en América del Sur. En una época fue el hogar de los poderosos mayas, que creían en muchos espíritus poderosos. Para demostrar su buena voluntad, los mayas les hacían ofrendas que lanzaban en pozos sagrados, protegidos por guardianes misteriosos.
Con el tiempo, los mayas abandonaron la gran ciudad y sus pozos.
Tahuca fue el último centinela misterioso de los pozos sagrados. Cuando los mayas se fueron, también lo hicieron los guardianes. Pero Tahuca permaneció fiel a sus tesoros. Nadaba incansablemente por las cuevas subacuáticas, donde las ánforas yacían en la arena, las joyas descansaban sobre las rocas y las máscaras de jade dormían en medio de las algas acuáticas. Las acariciaba mientras pasaba con sus largos y palmeados dedos.
Entre todos los objetos que protegía, había uno que amaba más que todos los demás: una máscara del más puro oro. Cuando los rayos de luz se sumergían en las aguas turquesas y la tocaban, la máscara brillaba con tan hermosos reflejos que parecía cobrar vida y sonreír. Y Tahuca se sentía menos solo.
Una vez al año, los rayos del sol penetraban hasta lo profundo del pozo. Miles de fragmentos plateados se reflejaban en el agua. Hasta la piedra más pequeña brillaba como un diamante. Tahuca, loco de felicidad, nadaba en un mar de luz. Las grandes velas de sus aletas ondulaban como arcos iris. Esto sólo era una vez al año.
Chachu-i, la iguana verde, venía a menudo a ver a Tahuca, para hablar de esto y aquello. Su rama favorita colgaba justo encima del agua. Y, cuando hacía demasiado calor, Chachui se dejaba caer en el centro del pozo sagrado con un enorme salpicado… ¡Como éste!