Extrait du livre El maestro de la aguilas
El maestro de la aguilas Autor Pascale Vignali Illustrasa por Justine Cunha Publicado por Le Regard Sonore Editions
Érase una vez... El Altái en Mongolia. Los mongoles lo llaman la montaña dorada. Cuando el sol se pone sobre su nieve eterna, es el reino del berkut (Bérkut), una magnífica águila dorada que los mongoles consideran un animal sagrado. Un vínculo une a estos jinetes nómadas con el rey de los cielos. Como en esta hermosa historia de amistad que tuvo lugar en el corazón de los infinitos paisajes de Mongolia...
Sáshka era un niño que vivía en el desierto al pie del Altái. Como todos los mongoles, vivía en una yurta con su familia. Redondas y blancas, las yurtas estaban cubiertas con varias capas de tela de pelo de camello. Y así, resistían los inviernos más duros y se mantenían frescas en el verano. En su interior, alfombras y tapices bordados hacían de este hogar nómada un cálido refugio en un ambiente hostil.
Cuando la hierba se volvía demasiado escasa para alimentar a las manadas de yaks, cabras y ovejas, las familias desmantelaban su yurta, y todo el campamento se trasladaba a caballo a la siguiente llanura. Seguidos por yurtas y muebles, sobre el lomo de los camellos...
A Sáshka le encantaba esta estación ya que significaba que él y su padre pronto irían a cazar juntos. Cabalgaban por los senderos de las montañas y regresaban al campamento con una liebre o un zorro.
Un día, Sáshka detectó un movimiento entre dos rocas. Desmontó y se acercó… SÁSHKA : Espera papá, hay un animal escondido allí... Parece... ¡Ohhh, es un águila bebé! El aguilucho aleteaba furiosamente con un ala mientras que la otra colgaba tristemente. El padre de Sáshka asintió con la cabeza… PADRE Sí, es un águila. Pero tiene un ala rota. No puede sobrevivir por sí mismo. Es la ley de la naturaleza... pero el aguilucho miraba al niño con tanto valor que Sáshka no podía abandonarlo. SÁSHKA : ¡Lo llevaré!
PADRE ¡Sáshka! Nunca volará, es una boca extra para alimentar y no valdrá la pena. Es un animal salvaje Pero el chico estaba decidido… SÁSHKA : Cuidaré de él papá, Y ya verás, ¡algún día volará!